Autor: Juan Fernando Hernández (Historiador, Magister en Hábitat UNAL)

Dirección: Carrera 50 # 63 – 162 Barrio Prado, Medellín, Antioquia.

 

  • Todos los créditos de esta investigación y su respectiva publicación son para el Archivo del Barrio Prado, realizado por el colectivo Habitat Latente (2017-2022).

 

P Pablo Jaramillo se enteró que su casa había decidido como él, continuar por siempre joven. Lo supo, porque una tarde mientras descansaba en su cuarto, desde las paredes surgieron miles de libélulas plateadas que llenaron de resplandor la estancia. Desde aquella tarde, ninguna luz volvió a ser la misma. Los espacios domésticos lucieron una irradiación renovada cada día. Con la firme certeza de que la existencia de su casa era también la suya, Pablo resolvió que aquella, que era la casa de sus padres, en la cual había vivido su niñez y adolescencia, sería suya hasta el final de sus días. Supo además que una zona en especial de la casa, poseía el norte de su destino, él sabía exactamente cuál zona era, por eso decidió comprarles a sus hermanos los derechos sobre el domicilio en el que todos crecieron juntos.

 

El garaje. Ese punto de resguardo, pero también de apertura al mundo, fue un lugar donde Pablo Jaramillo conoció tantas personas y hasta escuchó los pasos de algún fantasma. Guarida para compartir con los amigos hasta las más extremas locuras de los años mozos. Así por ejemplo, las carreras para huir de la persecución policial finalizaban allí. “Por hacer piques en el barrio con nuestras motocicletas, la policía nos perseguía en sus patrullas, entonces nosotros acelerábamos las motocicletas y llegábamos al garaje donde nos esperaban algunas muchachas del barrio, ingresábamos rápidamente al garaje y ellas bajaban la puerta. Los policías quedaban intrigados porque nosotros desaparecíamos. Daban vueltas por el barrio, tratando de encontrarnos, mientras nosotros nos reíamos al interior del garaje”.

 

También allí junto a sus amigos improvisaron una discoteca, incluso le instalaron una alarma para no ser sorprendidos por la madre de Pablo, la señora Lucrecia Jaramillo.

 

Pero no solo la diversión y la locura juvenil tuvieron su asidero en el garaje. El gusto por la carpintería, el cual había sido mediado por la observación cotidiana del exquisito trabajo artesanal de las puertas y ventanas de la casa, tuvo su origen en el garaje, en aquel lugar, Pablo Jaramillo instaló su taller de carpintería y marquetería al que inicialmente llamó Nomos y luego Aserrín y Viruta. También allí fue donde uno de sus hermanos, Mario Jaramillo Jaramillo, dio inicio a la papelería Marión.

 

Efectivamente, su hermano Mario Jaramillo comenzó su papelería en aquel espacio de manera sencilla, vendiendo artículos escolares e imprimiendo tarjetas de invitación para fiestas y eventos entre otros servicios. Con los años, aquella sencilla papelería de garaje se convirtió en la papelería Marión, la más importante de la ciudad, y además una empresa insignia de los antioqueños. Por su parte Mario Jaramillo, fue reconocido en su tiempo como uno de los empresarios más sobresalientes de Medellín. Murió en mayo del año 2011 a la edad de 65 años. De aquel garaje surgió entonces una gran empresa con más de 200 empleados, que además es distribuidora de productos de oficina a nivel nacional y con diferentes puntos de venta.

 

Durante algunos años, el garaje fue igualmente lugar de reuniones de muchos adolescentes del barrio, allí junto a sus amigos Pablo reparaba las bicicletas y fue con ellos con quienes promocionó las carreras por las calles de El Prado. “En aquellos años de la década de los setenta, no había tanto tráfico vehicular, cerrábamos algunas calles y organizamos improvisados campeonatos. Mi padre también utilizaba el garaje para descargar los bultos de frutas y verduras que traía de la finca. Como venía con mucha cantidad acostumbraba repartir también a los vecinos”.

 

Aunque sus padres le brindaron una vida cómoda, Pablo siempre buscó su propia fortuna. Por eso, un día cualquiera junto a su esposa abrió un pequeño restaurante en el garaje, lo llamaron Perejil: “De manera lenta, pero constante empezamos a ahorrar, y con lo que nos dejaba el restaurante compramos un pequeño apartamento. Un día mis hermanos me dijeron que debía desocupar porque iban a vender la casa, yo les contesté que no desocupaba, que yo les compraba la casa, ellos no creyeron en mí, pero yo les demostré lo contrario, no solo les compré la casa, sino que extendí el restaurante al segundo piso y yo ocupe el tercero con mi familia”.

 

Pero la alegre juventud no solo dejó historias para contar, pues junto a sus amigos y cómplices de locuras, Pablo Jaramillo también sembró árboles urapanes alrededor de su cuadra. Años más tarde, ya como un hombre maduro, con esposa y con hija plantó igualmente un guayacán en el antejardín de su casa, prolongando de esta manera la labor de Ricardo Olano Estrada, fundador del barrio y quien ya desde el año 1924 había hecho lo mismo, sembrando no solo guayacanes, sino también cadmios cuyo aroma perfumaron el barrio durante años. En sus memorias Ricardo Olano escribió muchas veces al respecto de esta labor cívica. Una de sus notas dice:

 

“Octubre 12. 1939. Hoy tuvo lugar una hermosa fiesta, la Fiesta del Árbol, (…) El tema de los discursos fue el árbol, su utilidad, su belleza, la necesidad de cubrir con él las tierras áridas de las cordilleras que rodean a Medellín. Fue un placer para mí oír todo esto, fruto de la intensa propaganda que vengo haciendo en ese sentido desde hace mucho tiempo”.

 

Hoy, casi un siglo después de que Juan Olano Moreno, hijo de Ricardo Olano, hubiese ocupado aquella casa con su esposa, una tarde cualquiera, Pablo Jaramillo escuchaba a las jóvenes amigas de su hija Manuela reír y divertirse juntas en el baño de inmersión. Recordó las veces que él había hecho lo mismo con sus amigos, las bromas y sonrisas de la adolescencia pareciera revivir cada periodo de tiempo al interior de su casa.

 

La vieja barra de los muchachos no corren ahora en sus bicicletas por las calles del barrio, algunos murieron, otros pertenecen al olvido. Solo un pedazo de sus vidas continúan silenciosas en la presencia de los urapanes, ahora fuertes y verdes. La calma del mediodía parece quebrarse a momentos con el sonido del bus Circular Coonatra, que atraviesa la carrera Balboa. Empleados y visitantes de la zona, acuden a la hora del almuerzo al restaurante ubicado en el garaje. El Guayacán que plantó Pablo Jaramillo, pronto florecerá frente a la casa. Como si se tratara de una pintura de Ethel Gilmour. Como si la presencia de Ricardo Olano respirara en cada flor amarilla. Es la promesa renovada de la eterna juventud.



 Cronología de la Casa Juan Olano

 

 1928 – 1947

 

P El terreno hizo parte de la finca La Polka, posesión del urbanista Ricardo Olano Estrada, quien construyó una casa para su hijo Juan Olano Moreno. Durante este proceso, Juan le escribe una carta el 23 de enero de 1928 a su prometida Julia Obregón Pochet que estaba en París: “La casa va lentamente pero va bien, en el mes venidero va adelantar mucho (…) Me dices que Don Gregorio nos ha regalado una fuente de azulejo para la casa y me pides la medida. Me parece maravilloso y estoy encantado con él. Se verá lindo en el jardín del fuente. Esta fuente debe tener a lo más metro y medio (1 ½) de diámetro o menos. Según la forma que escojas más grande ocuparía mucho espacio en el jardín, que es pequeño. Además ya tengo en Chipre y Sevilla muchas matas sembradas para cuando arreglemos el jardín trasplante ándolas ya grandes (…) Hoy estuve de gran pelea con el arquitecto por no haberme entregado los planos de la casa, pues yo quería enviárselos con esta carta pero ellos están ocupadisimos pues no te puedes imaginar cómo están construyendo casas – sobretodo en El Prado- Con cada plano bonito que veo me alegro mucho pues embellece a Medellín, (…) el arquitecto me prometió copia de los planos para la próxima semana, te los enviare con mi próxima carta. (Julia Obregón de Olano, correspondencia) Un mes más tarde, Juan Olano le envía los planos a Julia Obregón, y además un dibujo suyo de la fachada de la casa. El terreno donde se construyó ya hacía parte del jardín de la residencia de Don Ricardo Olano Estrada. La casa del matrimonio Olano-Obregón fue construida por la firma H.M Rodríguez arquitectos. Juan Olano Moreno viaja a finales de este año a Europa y contrae matrimonio con Julia Obregón en París el 28 de enero de 1929. La ceremonia religiosa se celebró en la iglesia de la Anunciación en París”. (Olano; 221) Meses después, Ricardo Olano en sus libro de Memorias, escribe: “Hoy llegaron Juan y Julita. Fuimos a encontrarlos hasta El Limón. Se alojan en casa de Joaquín y Sofía, en el Prado, mientras se termina la casa que estoy haciendo para ellos en la carrera Balboa en El Prado”. (Olano; 222) En septiembre de 1929 anota: “Hoy ocupó Juan con Julita la casa que construimos en El Prado. Ellos trajeron muebles y decoraciones de los Estados Unidos y Europa. Quedó así la decoración muy hermosa y puede decirse que hoy es la casa más hermosa y modernamente arreglada de Medellín”. (Olano; 224) Durante varios años el dibujo de la casa sirvió como postal de referencia a la firma H.M Rodríguez arquitectos. El 29 de agosto de 1933, Ricardo Olano vende la casa a su nuera Julia Obregón, pariente del pintor Alejandro Obregón, quien queda como propietaria en compañía de su esposo Juan Olano. Abril 29 del año 1947, Julia Obregón de Olano vende la casa al señor Carlos Baum de ascendencia judía. Durante esta época, llegaron a Prado varios judíos escapando de la segunda guerra mundial.



 1952

 

P El ganadero Manuel Jaramillo Trujillo, originario de Aguadas y casado con Lucrecia Jaramillo de Jaramillo, le compra la casa a Carlos Baum.

 

 1953

 

P La familia Jaramillo Jaramillo se extiende con 8 hijos.

 

 1981

P Manuel Jaramillo muere el día 30 de enero de 1981. Su familia se quedó ocupando la casa por un tiempo.

 2007 – 2017

P Pablo Mauricio Jaramillo Jaramillo, uno de los hijos del matrimonio, le compra los derechos a sus hermanos sobre la propiedad, adquiriendo finalmente la casa en el mes de Julio del año 2007.

 2016 – 2017

P Pablo alquila su casa a la señora Mónica Pabón, directora de la Fundación Patrimonio para el Desarrollo y allí está su sede. Funpades en una organización que trabaja por los sectores y bienes inmuebles de interés cultural, asegurando el desarrollo económico de sus comunidades.

 En la Segunda Edad Dorada de Prado, la historia de la Casa de Juan Olano será clave para formar nuestro recorrido por el barrio.

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